Ir al contenido principal

Cervantes y la ley de igualdad


  
2-5-2010
   Incontables son las bobadas que se dicen sobre las ‘intenciones’ de Cervantes en el Quijote cuando cada año llega el aniversario de su muerte, que es que parecen dichas por gentes que nunca acabaron de leer el libro: la semana pasada sin ir más lejos, que los escuché yo mientras viajaba por los caminos de la Mancha. A ver: que levanten la mano los que consiguieron terminar el Quijote. Pocas manos veo. Yo creo que la culpa la tienen los profesores: a quién se le ocurre obligar a un adolescente a meterse entre pecho y espalda semejante tocho. Así lo único que consiguen es que los muchachos le cojan un asco perpetuo a la lectura. No diré yo lo de Nabokov, “El Quijote es un libro viejo y cruel” (el ruso no tenía ni idea de cómo son las cosas por aquí), pero largo, lo que se dice largo, lo es más que un día sin pan.  

    A un hijo de García Márquez (lo leí en Vargas Llosa) le preguntaron en el examen de acceso a un colegio inglés, qué significado tiene el gallo en “El Coronel no tiene quien le escriba”. El muchacho, ni corto ni perezoso, contestó: “El gallo de los huevos de oro”. Suspenso al canto. La respuesta correcta, según los profesores, era ésta: el gallo representa el pueblo oprimido por el dictador. Pues bien, el mismísimo autor de la obra, o sea el padre del examinando, comentaría: en mi puñetera vida pensé en tal cosa. Algo parecido habría dicho don Miguel si viera la cantidad de gilipolleces que se dicen acerca de su intencionalidad en tal o cual aspecto de la obra. Verbigracia: la locura de don Quijote. No hay ningún patrón en la psiquiatría donde se pueda meter al personaje, y sin embargo, los hay que, con el título de psiquiatra, se empeñan en ahormarlo. Y así todo el rato. 

    Como yo soy uno de los que nunca han sido capaces de terminar el Quijote (me sé de memoria un montón de pasajes de la cantidad de veces que lo he intentado), me asiste el mismo derecho a decir mi correspondiente gilipollez sobre cierta intencionalidad de Cervantes, que mucho me extraña que los especialistas en la obra no la hayan puesto jamás de manifiesto. Y mira que me la tienen trillada, que parecen los exégetas de la Biblia. Deben de ser unos cegatos; de lo contrario, no hay forma de explicarlo. Se trata de la reflexión que hizo don Quijote al escuchar los quejidos de un muchacho que estaba siendo tundido a palos por su amo: “Estas voces son sin duda de algún menesteroso o menesterosa que ha menester mi favor y ayuda”.

     Quietos ahí: ¡menesteroso o menesterosa! He ahí, desocupado leyente (Cervantes, en el prólogo: “de toda la caterva de filósofos, que admiran a los leyentes…”), lo que yo quería demostrarte. ¡Pero si parece el discurso de un político actual!: los vascos y las vascas, los andaluces y las andaluces, los ciudadanos y las ciudadanas, los trabajadores y las trabajadoras. Si esas palabras, “menesteroso o menesterosa”, no son el más claro argumento de la intención igualitaria de Cervantes, que venga Dios y lo vea.
   De nada, señora ministra (de Igualdad, quiero decir

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...

EL SEXO CUÁNTICO

Eso es precisamente lo que están investigando y difundiendo las muchachas de Igualdad, el ministerio de doña Irene Trans, perdón, Montero, las jóvenes científicas que trabajan en el LISMI (Laboratorio de Investigaciones Sexológicas del Ministerio de Igualdad), al frente del cual se encuentra una señora que se hace llamar Pam. El sexo cuántico, o sea (no confundir con el sexo tántrico, el de Sánchez Dragó). Que qué rayos es el sexo cuántico. Muy sencillo: el sexo llevado a sus últimas minuciosidades, un suponer, el sexo durante los días ‘enrojecidos’, así como la exploración de otros ‘agujeros negros’ de la galaxia femenina, etc. Que por qué el nombre de cuántico. Porque es lo más parecido a la llamada mecánica cuántica. O sea, el sexo de lo minutísimo. Me explico. Así como existe una parte de la física que se ocupa del macrocosmos, al que dedicó sus poderosas neuronas “el más grande”, Albert Einstein (“la más grande” es Rocío Jurado), con su asombrosa teoría de la relatividad, e...