11-3-12
Al fin
llegó la convocatoria de la huelga general. La fecha quiero decir. Como agua de
mayo la estábamos esperando, tan necesaria (me refiero a la lluvia), que no
estaría nada mal que los sindicatos hicieran rogativas en sus mítines (ahí
queda la propuesta), que para eso cobran sus buenas subvenciones, ¡que el campo
también existe, señores¡ A ver si entre los santos de la Semana Santa y los
santos sindicalistas, que cada día se les va poniendo más cara de santificables
(cualquiera de los dos podría ser modelo de un paso sacro, al tiempo), logramos
que llueva de una vez. Era tal el anhelo que se respiraba en la calle por su
convocatoria (hablo de la huelga, claro, no de las rogativas), que es que no se
hablaba de otra cosa, oiga. Mas, hete aquí, dando muestras una vez más de su
proverbial sensibilidad, acaban, al fin, de ponerle fecha: el 29-M. Otro día
para la historia. Mucho se han hecho esperar esta vez, empero, sabiendo como se
sabía que iba a ganar la extrema derecha por goleada. Lo lógico y natural
hubiera sido haberla convocado nada más conocerse el resultado de las urnas, el
mismo 20-N por la noche. ¡Pasado mañana, huelga general! Total, si ya sabían la
reforma laboral que iba a hacer el gobierno. Qué se puede esperar de un
gobierno de derechas. Lo ya conocido: que machaque y explote a los trabajadores
hasta dejarlos en los puros huesos. Como hiciera el fascista de Aznar, que creó
cinco millones de puestos de trabajo y dejó a los trabajadores cansaditos. Que
eso es lo que pasa cuando se crea mucho trabajo, que los trabajadores no
disponen de tiempo para el descanso. Díganme: ¿de qué le sirve a una persona
ganar dinero trabajando, si luego no tiene tiempo para disfrutarlo? ¿No es, acaso,
más gratificante, vivir de las subvenciones, teniendo todo el día para el ocio
y la meditación? Vamos, es que no hay color.
“Es justa y
necesaria”, han dicho de la huelga los señores convocantes. “Es nuestro deber y
salvación”, tendrían que haber rematado. Con lo cual, mi propuesta referente a las rogativas sindicales por la lluvia y la
que expongo a continuación no tendrían nada de descabelladas. Visto el
cerrilismo del gobierno, crecidito que está encima al haber sido votado por
once millones de ultraderechistas, visto que no tiene pinta de dar su brazo a
torcer en la regresiva reforma laboral, propongo solemnemente lo siguiente: hacerle
una huelga general cada año. Pero no solo eso: habría que ponerle una fecha
fija en el calendario. ¿Y qué pasaría cuando cayese en festivo? Muy sencillo:
pasaría al lunes siguiente. Es más: de esa manera, en un futuro, el día de la
huelga podría ser incluido en las negociaciones del calendario laboral. Ítem
más: y andando el tiempo, se podría negociar con las jerarquías eclesiásticas
para que aceptasen incluirla entre las festividades religiosas: el día de Santa
Huelga General. El paso siguiente estaría cantado: sacar en procesión las
imágenes de Méndez y Toxo, miradas beatíficas al cielo, seguidos por las
autoridades religiosas de la localidad. Pero hombre, ¿es que acaso no van
detrás de las vírgenes algunos políticos que han declarado públicamente su
laicismo/agnosticismo/ateísmo? Santa Huelga General: Ora pro nobis.