12-12-2011
No han tenido
suerte, no, sus Majestades con los yernos. Está claro que no se puede tener
todo en esta vida. Amortizado, tiempo ha, el pobre de Marichalar, ahora, nos
viene lo del otro, que hay que ver la que ha liado Iñaki con el vicio de llevárselo
calentito, cual si de un político al uso se tratase. Y encima desviando los
dineros a paraísos fiscales, que yo no sé qué será más feo, lo primero o lo
segundo. Qué vergüenza, sacar de España el dinero robado, presuntamente, ojo, a
los españoles. Solo faltaba que ahora nos dijesen que nunca le cambió un pañal
a sus hijos, que no se levantaba de madrugada a ponerle el chupete cuando
lloraban, que no vaciaba el lavavajillas o que no ayudaba a la infanta, que no
princesa, a llevar el carrito de la compra en los supermercados de Washington
(allí no los conoce ni Dios) adonde fueran destinados de la noche a la mañana (le
hicieron algo de Telefónica), en cuanto se hubieron las primeras sospechas de
sus andanzas. Uno estaba acostumbrado a las corruptelas/corrupciones en el
mundo de la política (el pan nuestro de cada día), pero jamás pensó que la cosa
podría llegar tan alto: a la mismísima Familia Real, a la que Iñaki pertenece
todavía. Claro que, bien pensado, el menos sorprendido tiene que haber sido el
rey, pues que no son escasos los personajes de su círculo próximo, de cacerías
mayormente, que alguna vez tuvieron problemas con la justicia: Manuel Prado y
Colón de Carvajal, el llamado banquero del rey, ya muerto, Javier de la Rosa,
Mario Conde, los primos ‘gabardinos’, o sea, los Albertos, Ybarra el del BBV y
alguno más que ahora no me sale, porque no quiero. También es mala suerte,
majestad. No obstante, seguro estoy de que don Juan Carlos, que estudió latín
en el bachillerato, tiene que haberse acordado de lo de Julio César cuando le
agujerearon la túnica a cuchillazos, Bruto entre ellos: “¡Tu quoque file mei!”,
que ‘sin ánimo de ser exhaustivo’ (César Vidal dixit), podríamos traducirlo
como: Joder, Iñaki, lo que nos faltaba.
Pero yo, a
tenor de lo de Iñaki, quería hablarles de otra cosa. He dicho antes que los
casos de corrupción en el mundo de la política son el pan nuestro de cada día: bandidos
los hay en todas partes. En efecto, rara es la semana que no salta a los medios
(una prensa libre es un regalo de los dioses) algún caso nuevo de latrocinio a
la sombra de los pinos, perdón, del poder, conductas delictivas que hubieron
lugar, un suponer, hace dos, cuatro, ocho, diez años. Pues bien, extrapolando
la cosa, quiero dar un aviso, gratis et amore, a todos los partidos (salvo a
IU, que no les conozco pecado). Ahora mismo, en este preciso instante, en
vuestras filas hay tíos sinvergüenzas, léase ladrones, cuyos delitos, lo
veremos de balde, saldrán algún día a la luz. Delitos que, a más de poneros la
cara colorada, os supondrán un gran coste electoral. Así que ya os estáis dando
una vueltecita por todas y cada una de las administraciones, si no queréis que
el día de mañana los asuntos de hoy os estallen en la cara mañana. El que avisa
no es traidor.