La verdad, le tengo ley a doña Yolanda Díaz. Me fascina, además de su exultante melena, su oratoria: tan brillante, tan vibrante, tan elocuente, tan inteligible, tan comprensible, tan didáctica, vamos, que se le entiende ‘to’ a las mil maravillas. Por eso me ha dolido tanto el ninguneo que me acaba de inferir. Me ha robado, por la cara, mi tesis sobre las jornadas laborales. “Estamos escribiendo una nueva página en la historia de las conquistas sociales de España, que se estudiará en todas las universidades del mundo”, afirmó el otro día doña Yoly, dando un galernazo a su melena, cuando firmase la reducción de la semana laboral a 37,5 pírricas horas. No hay derecho, doña Yoly. No hay derecho a que no haya dicho ni una sola palabra sobre este humilde articulista. Sé de muy buena tinta (Pelikan) que usted ha basado su reducción en un escrito mío en estas páginas, mayo, 2020, intitulado “Reinventarse”, en el que este particular profetizaba un cambio laboral, pero más “a pie de obr...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa