Lo
lógico es haber titulado ‘Llamazares y Einstein’, porque va primero don Gaspar,
pero me parece como una irreverencia. Es que hoy tenía pensado escribir sobre
Gaspi y su valiente gesto/a de anteayer, muy bueno lo tuyo, tronco, colega (ambos
somos licenciados en medicina). Eso de dejar a los señoritos de ‘Convergencia y
demás’ con la miel en los labios (léase penúltimo chantaje), vale más que un
día de siega, tío. Tú, Gaspi, como Asturiano que eres, no sabes lo que
significa eso, pero aquí estoy yo para explicártelo: en un día de siega, un
jornalero ganaba diez veces más, ¡200 pts!, que un día cualquiera del resto del
año.
Es que uno está hasta los mismísimos de que
por culpa de la ley electoral (mismo error que en la segunda república) los
nacionalistas-separatistas hayan sido los putos amos del cotarro desde la
transición hasta nuestros días. Siempre chantajeando, siempre esquilmando,
siempre amenazando. Que sí, que ya sé lo que dijo Ortega sobre Cataluña, que es
un problema irresoluble (insoluble dicen los analfabetos, como si se tratara de
un azucarillo petrificado), pero hombre, si han de independizarse (acabarán
consiguiéndolo) que lo hagan cuanto antes, pero que dejen ya de darnos la
tabarra con “el aumento de la distancia entre Cataluña y España”, Artur Mas
dixit. O sea, que muy bueno lo tuyo, Gaspi: alguna vez en la vida tendrías que
dar una a derechas, con perdón, que ya dijo el otro, Andy Warhol, que todo
hombre tiene derecho a su minuto de fama, y el tuyo ha sido glorioso.
Lo lógico y natural, Gaspi, es que esta
columna la hubiera dedicado íntegramente a lo tuyo, pero como comprenderás,
científico de formación que eres al fin y a la postre, si aparece una noticia
sobre Einstein, la cosa no tiene color, pues que don Alberto es para mí la más
alta inteligencia que vieran los siglos (como Quevedo para Cela): el descubrir
la equivalencia entre estar sometido a un campo gravitatorio y viajar en una
nave con movimiento uniformemente acelerado, es para quitarse el sombrero de
paja de la siega (el efecto fotoeléctrico es una ‘simpleza’ al lado eso).
Bueno, en fin, que el Estado de Israel,
barriendo para casa, ha decidido hacer un museo que tendrá la forma de la
cabeza del gran genio. Lo cual me parece de perlas. Todo lo que sea honrar,
enaltecer, exaltar, glorificar su memoria, me parece encomiable, si bien don
Alberto ya gozase en vida de todos los honores habidos y por haber. He dicho
‘barriendo para casa’ por dos razones: porque don Alberto, ni nació en Israel, ni
fue un judío al uso. Como es sabido, nació en Alemania, donde fue vituperado
por los locos del nazismo, y muy pronto se desligaría de toda disciplina
religiosa, cosa natural en hombre de tantísimo talento. Sí, ya sé que era de
ascendencia judía y que fue uno de lo más conspicuos prosélitos de la creación
del Estado de Israel, a cuya presidencia renunció, como estaba mandado; pero su
judaísmo acabaría de aquella manera: “si hay una religión a la medida del
hombre es el budismo”, que ni es religión ni es na (eso lo añado yo): es el
hombre solito, desnudo, ante la grandiosidad del cosmos, ¡al cual pertenece!
Lo siento Gaspi, colega.