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Extremadura maltrata a sus hombres


4-12-2011



     Hoy tenía pensado escribir sobre ’las últimas voluntades’, la última voluntad más bien, del moribundo por antonomasia, quién va a ser, el político tratado con más saña por los medios en toda nuestra historia: Zapatero, o sea. Ni siquiera a Azaña, aquel hombre sin amigos (mal asunto cuando uno no tiene amigos) al que le dedicaran aquella viñeta comprando el periódico: <<Deme ‘Ahora’>>, que así se llamaba el diario. Y aparecía visto por detrás, inclinado hacia adelante, ya me entienden, que le pusieron fama de escasa libido con las féminas (‘líbido’, con acento, dicen los analfabetos, incluso en la publicidad, confundiéndolo con lívido: pa matarlos). Bueno, a lo que iba. Que los medios no han entendido la verdadera voluntad de Zapatero en su pretensión de sacar del Valle de los Caídos a Franco. Una vez más, han visto en ello una aviesa intención ideológica, cuando en realidad su única motivación es crear trabajo, o lo que es lo mismo, disminuir la insoportable losa de los cinco millones de parados, y lo que te rondaré, morena. ¿Ustedes saben la cantidad de puestos de trabajo que se podrían crear si se auspiciase un plan MGC (muertos en la guerra civil), al estilo del plan E, un plan de búsqueda, desenterramiento y nuevo enterramiento de los miles de muertos perdidos por esas cunetas de Dios? Esa es, sí, la verdadera intención de Zapatero. Lo de comenzar el ‘plan’ por Franco es por una cuestión de respeto, que para eso fue durante siglos el Caudillo, ‘jefe de huestes’ en la Edad Media, y no ‘capitán de ladrones’, que dijese equivocadamente en misa ermitaña don Pedro Segura Sáez, obispo que fuese de Coria, antes de arzobispo de Sevilla.  

   De eso, efectivamente, quería hablarles. Pero, mira por dónde, se ha terciado un asunto que ha fecundado mi caletre hasta el fondo del paleoencéfalo, que decía Delibes: “Escribo de algo cuando el asunto me ha fecundado”. A un señor, exdiputado regional, que ha entregado a Extremadura los mejores años de su vida, 24, “lo mejor de mi vida te lo has llevado tú”, debería cantar parafraseando a Julito Iglesias, la Asamblea autonómica, va y le niega los 100.000 euros que en justicia le corresponden por el cuarto de siglo de dedicación en cuerpo y alma, que todo el mundo recuerda sus vibrantes discursos en el hemiciclo, sus brillantes propuestas legislativas, sus clarividentes ‘tribunas’ en los periódicos, su abnegación en suma, en pos siempre del bienestar de los hombres (y mujeres) de nuestra tierra. Una biografía así, no merece 100.000 euros: un millón es lo que yo le daría. Y un ducado, pero no un cartón de ‘Ducados’ como el que le regalase Sabina a Carrillo cuando la hemorragia digestiva, sino un ducado de los de verdad, como el de la ‘duquesa reciencasada’, que así lo escribe, todo junto,  Juan R. Jiménez, en su “Diario de un poeta  reciencasado”. Y no lo digo porque el hombre provenga del mundo del tabaco, duque de Altadis, podría ser, sino porque el reconocimiento a una trayectoria como la suya se quedaría corto con un marquesado, un condado, un señorío o una de  esos títulos tan antiguos y tan bonitos que se permitiese ‘resignar’ Severo Ochoa.

   - ¿Que cómo se llama el hombre?   

   - Pues, ahora mismo no me acuerdo, mire usté.


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