Conozco a más de un señor, que siendo de derechas por vía mamaria, o sea, de toda la vida, de la noche a la mañana, con gran asombro del personal, se transformaron en acérrimos socialistas. Pero sólo una temporadita, ay. El tiempo justo que tardase en ser aprobada la ley del divorcio. En cuanto su problema estuvo resuelto, regresaron con armas y bagajes a sus cuarteles ‘mamarios’. Uno, de haberse encontrado en aquella tesitura, no hubiera necesitado cambiar de ideología, pues que, en aquel tiempo, era un socialista de carril (me salí del carril el día que la pobre Matilde Fernández, ministra de Felipe a la sazón, le negó una ayudita a las víctimas del terrorismo; pa matarlos: a Felipe y a Matilde). Hoy, empero, me encuentro en una situación parecida a los necesitados de divorcio intravenoso, pero lo mío tiene más mérito, aunque sea por un día: ‘mi’ ley ya fue aprobada por aplastante mayoría, ¡en el Congreso!
En estas páginas, juré por mi conciencia y honor que, en agradecimiento a la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados (a nadie se le ha prohibido hacerlo en su casa hasta la asfixia), votaría a los socialistas, y lo voy a cumplir, la palabra es la palabra, previa petición de perdón a los cinco millones de parados: perdónenme, amigos. Lo que no sé es si regresaré a los cuarteles de primavera. Eso dependerá de lo que haga la derecha al respective (como los socialistas no me van a admitir en su seno, no tendré más remedio que pedirle asilo político a Llamazares, que sé que nunca gobernará).
Es el caso que se acaba de celebrar en Cáceres el “II Simposium Internacional sobre EPOC y Tabaco”. Lo segundo, lo del tabaco, sobraría, pues que tan severo y frecuente proceso, la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), está ligada fundamentalmente al hábito tabáquico. Pues mira tú por dónde, el otro día, va una señorita de la radio y le pregunta a Mariano que qué piensa hacer con la ley del tabaco. Y va el tío y dice que él es partidario de la libertad y tal, y deja caer, ambiguamente, eso sí, la posibilidad de autorizar el fumeteo en ciertos lugares cerrados. Pa matarlo. ¿Y qué hacemos con los camareros, señor Rajoy? ¿Usted cree que se puede condenar a esas personas a respirar humo ajeno durante toda la jornada laboral? Cómo se nota que usted nunca fue menestral. Pues yo sí, a mucha honra. Durante cinco largos veranos, ya lo dije aquí, fui camarero antes que fraile, y de haber seguido en el oficio, me hubiera sentado como una patada en la sínfisis pubiana el humo de sus puros. Pero es que, además, soy médico, y como médico sé que el tabaco es la primera causa de enfermedad y de muerte en el mundo donde se come caliente, mucho más deletéreo que el sida, el alcoholismo y la carretera juntos. Así que, don Mariano, como me toque usted lo único bueno que han hecho los socialistas, con gran pena de mi corazón, no volveré a votarlo en toda mi vida. Lo juro. Lo de la pena es porque estoy totalmente de acuerdo con lo que dijera mi maestro Umbral: que usted es el político más preparado que ha dado nuestra democracia.