Doña Esperanza Aguirre, todo el mundo lo sabe,
acaba de ser operada de un cáncer de mama, descubierto en una revisión periódica
(lo de rutinaria viene de rutina, y eso nunca es una rutina). Lo que quiere
decir que le ha sido diagnosticado en fase muy inicial, y que, por ende, el
pronóstico es excelente. El título que antecede es, pues, una paráfrasis de “El
cáncer de lady McCartney”, que escribí, trece años ha, cuando la esposa del
Beatle muriese a consecuencia de la misma enfermedad. Me hacía yo eco en aquel
tiempo de las cosas tratadas recién en un “Curso básico intensivo de patología
mamaria”, impartido por eminentes especialistas, uno de los cuales dijo:
“Cuando una mujer se descubre un bultito, hay que proporcionarle consulta
inmediata, por la angustia que le genera”. Ahí te quería yo ver. Es que ése era
justamente mi caballo de batalla: la tremenda preocupación que supone para una
mujer tener que ‘vivir’ con su bultito, mientras espera a ser vista por el
experto correspondiente. Me refería yo por entonces a las “desesperantes,
frustrantes y humillantes listas de espera”, y acababa diciendo: “Señores
dirigentes de la sanidad pública: ¿consentirían ustedes que una mujer de su
familia viviera sin vivir en ella durante varios meses por culpa de las odiosas
listas de espera? Pues tomen nota de una puñetera vez”.
No creo que
fuera a consecuencia de aquel escrito (la gente de la política sólo mira hacia
su ombligo), pero dio la casualidad que, a partir de entonces, las cosas
empezaron a cambiar, de modo y manera que al día de hoy, en la sanidad
extremeña, una mujer que es remitida a la “Unidad de patología de la mama” es
vista como muy tarde en una semana, lo cual se me antoja una espera más que aceptable.
Un avance considerable a todas luces, que hay que poner en el haber de nuestro
sistema sanitario. Las cosas como son.
Me estoy
imaginando ya a más de uno poniéndome a caer de un burro (hay integristas en
todas partes) por dedicar un escrito elogioso hacia el gobierno regional, a
cuatro días de las elecciones. Vamos, que se me ve el plumero, dirán. Ah, cuán
equivocados están los integristas (el integrismo es ya una equivocación per se).
Nada me gustaría más que ver en la oposición al socialismo extremeño, luego de
una hégira de varios siglos en el poder. Es que, ustedes perdonen, no puedo
soportar a los partidos políticos que se eternizan en el mando, en general, y a
los políticos profesionales, en particular. Esos individuos, sectarios a más no
poder, que encima se creen los reyes del mando; sobre todo esos personajillos
de tercera que no han dado jamás un palo al agua fuera de la política (hay
excepciones, claro), mientras los demás hemos tenido que batirnos el cobre a
base de bien. Sí, ya sé que eso lo determinan las urnas. De acuerdo. Por eso,
nada me gustaría más que ver al PP volver a la oposición, luego de cuatro años (ocho
como mucho), en el gobierno.
Bueno, a lo
que íbamos. Que me alegro mucho de que lo de doña Esperanza haya sido cogido en
fase tan temprana y que muy bien por la sanidad regional. Al pan, pan, y al
vino, tinto.